La editorial chilena Akén Ediciones publica La impronta de la colombiana Aida Yepes.
“Esta novela me permitió denunciar y amar”
Es llamativo el número de nuevas editoriales chilenas que están dejando huella en las letras de Latinoamérica. Una de ellas es Akén Ediciones, que tras publicar Bar Venezia de Luis Gutiérrez Infante (uno de los mejores libros de cuentos que leí en 2022), ahora publica La impronta de la colombiana Aida Yepes, una novela que estremece y magnetiza al lector a partir de la denuncia de un hecho de corrupción.
A nuestra conversación la rodeó un bienvenido aire a valijas y aviones, ya que tuvo lugar a días de la partida de Aida rumbo a Santiago de Chile y Buenos Aires para la presentación de su libro.
—Empecemos por un detalle que me llamó la atención: en la tapa de la novela tu nombre aparece sin tilde, y no se trata de un error. ¿Te llamás Aida y no Aída?
En mi documento de identificación mi nombre está escrito sin tilde, Pablo. Y en Colombia todos pronuncian mi nombre sin tilde.
—Ahora que tengo resuelta esta duda puedo empezar nuestra conversación tranquilo. Tenés estudios en Ciencia Política, y sos abogada especialista en derecho laboral y seguridad social. ¿En cuánto te ayudó esta faceta tuya a la hora de escribir La impronta?
Mi profesión y experiencia laboral han determinado las coordenadas y límites sobre las cuales puedo actuar y escribir, y esto hace que no me detenga ni tema.
—Te gusta escribir fábulas. Intuyo que ese género (con su deseo de describir y analizar los vicios y costumbres del ser humano) te habrá sido útil en varios pasajes de la escritura de un libro con las características de La impronta, ¿no es así?
¡Esta pregunta me encanta! Me hace reflexionar sobre el porqué de mi gusto por las fábulas.
¿Será posible no amar las fábulas? No me respondas, mejor sigamos con mi pregunta anterior.
Con La impronta sucede algo muy particular: en el tiempo real en que sucedieron los hechos que originaron la novela, el personaje de Aida conversó varias veces con Ricaurte Cuartas (maestro psicopedagogo), y cuando él le daba consejos sacaba a relucir fábulas. Al comienzo de la obra quedaron plasmados fragmentos de la fábula El Renacuajo Paseador de Rafael Pombo, y por fuera de las páginas del libro, cuando Aida Yepes estaba a punto de regresar a la ciudad de Bogotá, Ricaurte se encontró con ella, y al verla decepcionada por causa de la sentencia adversa a la candidatura de Federico, él le dijo: “Vete tranquila, no te afanes, a ese proceso no le pongas mente, has de cuenta que las uvas estaban verdes”. Esas dos fabulas (El Renacuajo Paseador y La zorra y las uvas) aludidas por el viejo Richard, taladraron mi mente y después de su asesinato me despertó el gusto descomunal por las fábulas. En la novela “Mi pequeña Eulalia en una Patria sin dueño”, muchos de los personajes son animales, y se despliegan en fábulas con toda su crítica y moral.
—La impronta es, entre otras cosas, un libro de denuncia. Más allá de que los acontecimientos que relatás sucedieron hace treinta años, ¿tuviste algún temor durante su escritura? ¿Te da miedo esta publicación?
No, en absoluto. El proceso escritural de esta novela fue una experiencia catártica, vivificante, la cual me permitió denunciar y amar. Hace treinta y cinco años, cuando el personaje Aida Yepes empuñó las banderas de ¡No al gamonal!, con toda su capacidad de disenso, y ahora cuando Aida Yepes escribe La Impronta, ambas están actuando por amor: amor por su pueblo, amor por las personas que abrigan ilusiones y esperanzas, amor por los jóvenes líderes que quieren transformar el mundo, amor por las ideas de Democracia, Justicia y Libertad. Y esto es muy superior al miedo.
—De todos modos optaste por tergiversar levemente las características de algunos personajes del libro para proteger su identidad.
Sólo cambié un nombre, y expuse las razones de ello en una de las dedicatorias de la novela, pero no desnaturalicé su entorno y esencia.
—Estás a días de presentar este libro tanto en Santiago de Chile como en Buenos Aires. ¿Conocés esas ciudades?
No, no conozco ninguna de las dos ciudades.
—¿Qué sabés y esperás de ellas?
Espero ansiosamente conocer su gente, entornos y situaciones nuevas. Y por sobre todo que acojan mi obra y que descubran en ella los conceptos de memoria y dignidad que la identifican con Caicedonia.
—Un escritor da lo mejor de sí escribiendo en silencio y soledad. ¿Cómo convivís con lo que viene tras la publicación del libro? ¿Disfrutás o padecés el encuentro cara a cara ante periodistas y lectores?
Ya lo he sufrido y aún no deja de ser desafiante.
—Vamos con la última, Aída: Te regalo la posibilidad de invitar a tomar un café a cualquier artista de cualquier época. Contame quién sería, a qué bar lo llevarías, y qué pregunta le harías.
Te agradezco esa posibilidad, Pablo. Por favor agéndame a Víctor Hugo.
—Ah, tal vez el mejor de todos. ¿A qué bar llevarías a mi admirado Victor Hugo.
A La Réserve de Quasimodo, y como el Bar está cerca de la Catedral de Notre Dame.
—¿Y qué te gustaría preguntarle?
Le preguntaría si hay la posibilidad de que vaya el propio Quasimodo, pero por favor, sin su Esmeralda. Será un éxtasis escuchar de Víctor Hugo su planteo sobre la opresión, la justicia, la indiferencia, y el crimen de la ley Los Miserables; y la esperanza y la generosidad humana en El Jorobado de Nuestra Señora de París.
La impronta (Akén Ediciones). 298 páginas.
A continuación les detallo a los amigos lectores de Chile y Argentina las fechas y lugares de presentación de La impronta:
Santiago de Chile: miércoles 6 de septiembre a las 19 horas, en el Auditorio Espacio CEA-PUCV, Antonio Bellet 314, Providencia.
Buenos Aires: sábado 9 de septiembre a las 17 horas en la librería Gould Libros, Acevedo 388, Villa Crespo.