Ángel Galeano H.
Una manera de conocer la ciudad en que vivimos consiste en desentrañar los arroyos que conforman el río que la atraviesa.
Para emprender esa exploración lo más aconsejable es despojarnos de los prejuicios y dejarnos llevar con toda naturalidad por la corriente. Como un niño que juega y se asombra frente a una fuente cristalina que salpica de magia su mirada.
Un niño es lo más parecido al agua. Los demás hacen de él lo que creen que es mejor. Lo mismo pasa con el agua.
Esta relación entre niñez y agua es posible porque el hilo que los comunica es la vida antes de la contaminación.