Desde el dolor de la guerra de Siria y el desengaño de la reconstrucción de Afganistán, pasando por el calor de las protestas árabes en Egipto y la sombra permanente del genocidio de Camboya, hasta el posacuerdo de Nepal, las minorías de Sri Lanka después del final de la contienda y la formación de las guerrillas filipinas, son algunas de los relatos que reúne este magistral texto.
Y la sangre llegó al Nila es una colección (aleatoria como toda selección) de reflexiones, crónicas, reportajes y entrevistas en zonas de conflictos armados y tensiones sociales alrededor del mundo. Desde el calor de las protestas árabes en Egipto durante el Ramadán, hasta los fracasos de los posacuerdos del sudeste asiático, pasando por el desengaño de la reconstrucción de Afganistán, la sombra permanente del genocidio de Camboya y el dolor presente de la guerra de Siria. Estos trabajos fueron publicados en el diario colombiano El Espectador, entre 2012 y 2016.
Hay muchas formas de presentar un conflicto: por las agendas políticas, por sus marcos jurídicos o por la voz de sus víctimas. Pero a pesar de las diferencias entre un contexto y otro, persiste en todas ellas, desde la ilusión que despiertan algunas causas hasta las certezas de unos crímenes: es decir, expresiones de la naturaleza humana.
Algunas de las guerras actuales, o de las consecuencias de las guerras recientes, son una repetición de guerras lejanas, tanto en el tiempo como en el espacio. La bandera izada, el control militar, el argumento inconcluso, el calor de ese día, la calle nombrada en homenaje al héroe, la narrativa que defiende a unos y condena a otros, la entrevista hecha a las carreras, la comida local, todo eso determina lo que finalmente saldrá publicado en el trabajo periodístico.
Toda historia es sesgada, toda memoria es selectiva, toda publicidad es engañosa y toda entrevista es, de alguna manera, una autoentrevista. Pero eso no es un defecto sino una virtud. El periodismo no es química pura o, más bien, es la química de ese momento; esa mezcla entre la eternidad de la máscara de Tutankamon y la temporalidad de las marchas de la Plaza Tahrir en El Cairo. De allí salieron algunos de los primeros trabajos de este libro.
Pero más allá de la distribución geográfica, que es en lo que se ampara la mayor parte este libro, hay temas (si acaso fuera posible) más transversales: la angustia de migrar, el impulso de sobrevivir, el sueño de un mundo mejor, la xenofobia y todas otras formas de discriminación. A ellos dedico el último bloque del presente trabajo.
Aun en medio de la guerra, de sus dolores y de sus cotidianas frustraciones, hay pequeños espacios para la esperanza. Como en la caja de Pandora, la esperanza es lo último que asoma, pero no termina de ser claro si es otro de los males del mundo guardado en la caja o su antídoto. A veces me inclino por lo primero, pero para escribir y buscar un final feliz (algunas veces forzado) echo mano de lo segundo.
Víctor de Currea-Lugo. Tomado del prólogo del libro.
Víctor de Curre-Lugo. Médico, Máster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca y Doctor (PhD) de la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado con organizaciones humanitarias como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y Médicos Sin Fronteras (MSF) en diferentes países. Actualmente es colaborador permanente del periódico colombiano El Espectador y profesor de conflictos armados en la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido, además, editor de tres libros sobre el proceso de negociación Gobierno-ELN